Carta Abierta por uso de yerbicida a los alcaldes Rolando Ortiz Velázquez, Javier Carrasquillo Cruz,
(Cayey, Puerto Rico) A continuación reproducimos la carta enviada a varios alcaldes de la zona central de Puerto Rico por la etnobotánica María Benedetti alertando sobre la contaminación de las plantas silvestres medicinales por el uso del yerbicida (mayormente a base de glifosato) por parte de sus municipios.
Desde Cayey, les escribe la autora y educadora etnobotánica María Benedetti con el corazón en la mano. Llevo viviendo en el territorio de nuestra cordillera central desde el 1996: 5 años en el barrio Matrullas de Orocovis y más de 17 años en Cayey. Todos estos años me he dedicado a escribir y enseñar sobre la tradición de la medicina botánica que hoy, luego de tantos años sin reconocimiento, comienza a inspirar respeto alrededor del mundo entero.
Irónicamente, justo en el momento del despertar mundial en cuanto al valor de la medicina botánica tropical, los puertorriqueños hemos optado por envenenar las plantas silvestres medicinales que siempre nos han servido de antisépticos, fungicidas, analgésicos, afrodisíacos, diuréticos, laxantes, estimulantes, digestivos, tranquilizantes, aliados contra el cáncer, la diabetes y la artritis, para no mencionar su papel como alimentos súper nutritivos, entre muchas otras funciones.
Siempre me ha maravillado la vitalidad (y el gran valor medicinal y alimenticio) de los matojos medicinales de la zona central. Miremos, como ejemplo, la mostaza silvestre de nuestras montañas (Brassica spp), conocida en inglés como los famosos mustard greens, asociadas a la supervivencia y buena salud de los afroamericanos del sureste de los EE.UU.
Este “matojo” de hojas grandes y picantes, es rica en antioxidantes como la quercetina y la pro-vitamina A. La quercetina apoya la salud cardiovascular, fortaleciendo los capilares y bajando los niveles de colesterol malo (ldl). La quercetina también ejerce un efecto súper anti-inflamatorio frente a las reacciones alérgicas. La pro-vitamina A apoya el sistema inmunológico. La mostaza también cuenta con una riqueza de otros compuestos (glucosinolatos) muy activos contra el cáncer. Y la gran diversidad de antioxidantes que nos ofrece la mostaza baja el riesgo de estrés. La mostaza también contiene buenas proporciones de proteína, fibra, calcio, cobre, magnesio, manganeso, vitamina E, y una amplia gama de vitaminas B, incluyendo B6, B2, ácido fólico (B9) y ácido pantoténico (B5).
Nuestra verdolaga (Portulaca oleracea) es una de las plantas silvestres más reconocidas en el mundo entero por su alto contenido de ácido graso Omega 3. Los Omega-3, asociados mayormente con el consumo del pescado, ayudan a bajar el colesterol malo, ejercen un marcado efecto antidepresivo y nos protegen del çáncer. Tiene grandes concentraciones de las vitaminas antioxidantes A, C, y E, y el fósforo que contiene nos fortalece los huesos, dientes, riñones y corazón mientras apoya los procesos mentales y la absorción de vitaminas. El magnesio regula la presión sanguínea, fortalece las encías y nos ayuda a asimilar el calcio. Desde la China hasta las Antillas, la verdolaga se utiliza como planta “fresca” útil para tratar el hígado inflamado y regular el azúcar en la sangre. Como fuente de fibra, la verdolaga picada y hervida en agua salada (con todo y caldo) es un sabroso remedio para el estreñimiento. El bacalao guisado con verdolaga y la sopa afro-boricua conocida como calalú son platos tradicionales que reflejan conocimientos etnobotánicos milenarios.
Hoy, miro los alrededores de nuestros caminos y carreteras quemadas, y francamente, estoy de luto. Durante los últimos 17 años, el uso del yerbicida (mayormente a base de glifosato) ha ocasionado una merma en la vitalidad de MUCHAS de las plantas silvestres que nos han servido de medicina preventiva y curativa durante largas generaciones. Algunos han desaparecido. Para dar mis clases sobre plantas medicinales, a veces tengo que viajar a buscar manchas SANAS de las que siempre se daban silvestres y hermosas en todas partes: la salvia (Pluchea symphytifolia) para dolor e inflamación; el blero (Amaranthus spp.) como suplemento nutritivo alto en aminoácidos; el pequeque o piquete (Bidens spp.) un súper alimento utilizado como afrodisíaco, para regular la tiroides, fortalecer el pancreas y producir leche materna; el llantén (Plantago major) conocida por su acción contra el cáncer, úlceras del estómago y diversas afecciones de la piel; la plenetaria (Peperomia pellucida) medicina para los riñones y la vejiga y como uno de los mejores diuréticos, ayuda a regular la presión sanguínea; el recao (Erynguim foetidum), tónico digestivo anti-viral que alivia dolores de menstruación y regula la presión sanguínea; el anamú, “la yerba que el cabro no masca” (Petiveria alliacea), fungicida por excelencia, estimulante metabólico, anticancerígeno y hipoglucémico (baja el azúcar en la sangre); la malva (Malachra capitata) combate el estreñimiento, la inflamación y las fiebres; y la escobilla o escoba blanca (Sida spp.) recién reconocida por su acción bactericida (hasta arrasa con el impétigo), como antidepresivo, estimulante mental y depurador de la sangre, entre TANTOS otras plantas que dan su vida para mejorar la calidad de nuestros suelos y evitar su erosión y los deslizamientos que nos han costado tanto. ¡Y nosotros, aquí, nos empeñamos en envenenarla con yerbicida!.
En solución con otros compuestos químicos “no activos,” el glifosato es agudamente tóxico para todas nuestras plantas medicinales y alimenticias, para no mencionar los peces, las aves, los insectos beneficiosos y otros organismos que hacen que nuestros suelos sean fértiles y sanos. Supuestamente, este veneno complejo sólo interfiere con el metabolismo de las plantas. Pero nosotros vivimos gracias a un sinfín de bacterias beneficiosas que representan nuestra habilidad para asimilar nuestros alimentos y combatir enfermedades. Cuando estas buenas bacterias se ven afectadas por este tipo de veneno, producen amoniaco y otros compuestos malsanos en nuestra sangre. Y estos compuestos están relacionado directamente al autismo, el Alzheimer, defectos de natalidad, y varios tipos de cáncer. No es casualidad que estos males siguen ocurriendo con más frecuencia ya que el uso de yerbicidas se ha vuelto común en la agricultura convencional. Peor aún, nuestros sistemas de purificación de agua NO filtran este tipo de contaminante. Si usamos yerbicida, beberemos yerbicida. Y si bebemos yerbicida, nos esperan las enfermedades más malignas y temidas.
A pesar de tantos estudios que arrojan luz sobre la verdad del glifosato, seguimos justificando su uso por razones económicas. Pero ¿cuál es la economía si destruimos nuestra salud y la del medio ambiente que es la base de nuestras posibilidades para sustentarnos? ¿No cuesta nada toda esta destrucción y enfermedad? Hoy, frente a mi casa, donde había tanta vida, alimento y medicina alegres, ahora sólo hay plantas evenenadas, pájaros muertos. Y mucha muerte que no vemos dentro del suelo. Es mi gran tristeza lo que me motiva a escribirle un viernes por la noche en las navidades.
Si guglean glifosato: peligro para la salud, descubrirán páginas largas y videos completos sobre los efectos del yerbicida más comúnmente utilizado en nuestros municipios. NO podemos jugar más a los bobos que haremos lo que digan las corporaciones y sus fotutos. Porque se nos va la vida y la vitalidad de nuestro territorio físico y de nuestro entorno humano.
Para los que pueden escuchar una presentación en inglés, la ciencia más reciente y contundente se presenta aquí, y nada más con escuchar los primeros ocho minutos, aprenderán un montón de los investigadores científicos de más renombre en este campo: http://www.nextworldtv.com/page/32438.html
Amigos alcaldes, a menos de dos semanas de haberse aprobado la ley que pretende arrasar con la cultura de los gallos, consideremos la importancia de conservar nuestra cultura botánica. Le ruego que dejemos de usar yerbicida en las carreteras de Puerto Rico central. Me pongo completamente a su disposición para apoyar con presentaciones sobre el valor de nuestra flora silvestre para los empleados municipales y el público en general.
Puerto Rico saludable, Puerto Rico resistente, Puerto Rico alegre. Creo que estas son visiones que compartimos. Por la salud de nuestra gente, de nuestras aguas. Por la cultura de una medicina verde ancestral. Por la vida. No más yerbicida.